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sábado, 18 de diciembre de 2010

Iglesia de Santo Tomé (Toledo)




La iglesia ya se tiene constancia de que existía en el siglo XII, pero fue el propio Gonzalo Ruiz de Toledo quien promovió una profunda reforma en el siglo XIV, momento en que se levantó la preciosa torre mudéjar en el antiguo alminar musulmán.




En el interior cabe resaltar el retablo plateresco del siglo XVI y dos barrocos, una pila bautismal del siglo XVI, una imagen de la virgen del siglo XIII y unos lienzos de Tristan, alumno de El Greco.
Para levantar la capilla mayor hubo que derribar la cabecera mudéjar cuando el Señor de Orgaz mandó remodelar la iglesia a finales del siglo XIII. Se construye una capilla mezclando el gótico flamígero con el mudéjar. La bóveda central forma una magnífica estrella de ocho puntas y los nervios están decorados con pinturas. El retablo mayor contiene el lienzo de la "incredulidad de Santo Tomás", obra de Vicente López Portaña, máximo exponente de la pintura académica y que fue pintor de cámara de Fernando VII, de Isabel II y director artístico del Museo del Prado.





La iglesia de Santo Tomé es sin duda la iglesia más visitada de Toledo, por contener una de las obras maestras de la pintura y obra cumbre de El Greco: El Entierro del Señor de Orgaz.





Retablo de estilo manierista de finales del siglo XVI y principios del XVII, entre la transición del renacimiento al barroco que contiene la Virgen de Guadalupe. El ático con un frontón triangular y bolas al estilo herreriano, contiene un relieve. Ahora contiene un crucifijo pero antes se encontraba una pintura de San Roque enseñando la herida de su rodilla a un ángel.












jueves, 9 de diciembre de 2010

Iglesia de San Ildefonso (Jesuitas Toledo)



La Iglesia de San Ildefonso, también conocida como la de los Jesuitas, sigue la traza del modelo de la iglesia jesuítica del Gesú de Roma y las españolas de Palencia y Alcalá. Se atribuye al maestro mayor de la catedral, Juan Bautista de Monegro, aunque se hizo cargo de la construcción, iniciada en 1629, el hermano jesuita Pedro Sánchez quien probablemente dio una nueva traza que supuso la reforma de la cabecera y fachada. Al morir en 1633 fue sustituido por el hermano Francisco Bautista, quien trazó la barroca y atrevida fachada. En 1669 retomaría la obra el arquitecto toledano Bartolomé Zumbigo. Finalmente, la obra fue culminada en 1765 bajo las órdenes del salmantino José Hernández Sierra, a quien debemos la obra del crucero, cúpula, capilla mayor, ochavo y sacristía.
En nuestro viaje a Toledo, veamos el arte que contiene el templo.

La fachada en piedra tiene un gran ventanal y una sobria decoración con columnas corintias de orden gigante que enmarcan a modo de altar los nichos de los santos de la Compañía.




La advocación de la iglesia a San Ildefonso, obispo toledano del siglo VII se manifiesta en el relieve central de la "imposición de la casulla". Esta escena y las altas torres de ladrillo son la única adecuación al entorno.





La imponente cúpula semiesférica sobresale de lejos, siendo de las alturas que culminan Toledo, junto a la torre de la Catedral y el Alcázar.











Interior del templo












El interior del templo con forma de cruz latina, se forma por una única nave central flanqueada por capillas laterales que se comunican entre sí. La gran cúpula concentra la luz bajo el altar mayor, a fin de contribuir a la exaltación de la Eucaristía.




vista de la cúpula y las pechinas



La capilla mayor se decora con una pintura al fresco que representa el milagro de la Descensión de la Virgen para imponer la casulla a San Ildefonso, enmarcada por arquitecturas fingidas, asemejándose a un enorme retablo, pero siendo todo el conjunto una pintura de los hermanos Luis y Alejandro González Velázquez. Para aumentar la confusión entre lo fingido y lo real, el tabernáculo está desprendido del retablo pintado, aunque colocado a escasa distancia de él, fabricado de auténticos mármoles taraceados. Cuando se está delante de la capilla mayor, uno se pregunta si el tabernáculo también es pintado o forma parte de lo real.






Retablo fingido pintado por los hermanos Luis y Alejandro Velázquez



En el crucero se sitúan dos magníficos retablos procedentes de la desaparecida iglesia de San Juan Bautista. En el lado de la epístola en el crucero, se encuentra el Bautismo de Cristo, pintado en 1702 por Alonso del Arco, mientras que en lado del Evangelio encontramos a San José, tallado por Germán López Mejía, autor también del apostolado repartido por la nave y crucero, además de la preciosa imagen de la Virgen del Socorro en la capilla relicario.


San José Obrero con el Niño, obra de Germán López Mejía



Retablo barroco con el lienzo "El Bautismo de Cristo", pintado por Alonso del Arco







Imagen de la Virgen del Socorro, obra de Germán López Mejía



El precioso Tabernáculo



Sagrado Corazón de Jesús



Inmaculado corazón de María



Los doce Apóstoles se encuentran en hornacinas en la nave central y crucero. (San Andrés), obra de Germán López Mejía




Órgano y la vidriera que ocupa el gran ventanal de la fachada





Capillas


San Francisco de Borja




Cristo de los Mártires



Santísimo Cristo Crucificado



San Francisco Javier



Virgen de Fátima



Inmaculada



Dolorosa



San Ignacio de Loyola



Es curioso las semejanzas que tiene esta iglesia con la Colegiata de San Isidro en Madrid.



sábado, 27 de noviembre de 2010

Monasterio de San Juan de los Reyes (Toledo)



El Monasterio de San Juan de los Reyes es el edificio más importante que se levantara en tiempos de los Reyes Católicos. Fue construido con la idea de ser el Panteón donde se les debería de enterrar, aunque esta idea cambió una vez que conquistaron Granada. De estilo gótico-isabelino, se construyó para conmemorar la victoria de la batalla de Toro en 1476 sobre el ejército de Alfonso de Portugal.

El arquitecto fue Juan Guas, participando en la decoración Egas Cueman. Después de la muerte de estos, siguieron el proyecto Simón de Colonia y los hijos de Cueman.
El edificio visto de lejos, parece un enorme buque mirando al Tajo, con forma de cubo rectangular en el que sobresalen los pináculos y el cimborrio octogonal que corona el conjunto del crucero. La entrada al templo estuvo situada a los pies de la nave, con una escalera muy empinada, que hacía difícil el acceso, por lo cual se cerró en el siglo XVI, abriéndose la entrada del costado norte, delante de la explanada. Consiste en una portada que está más cerca del estilo renacentista que el predominante gótico que rebosa el resto del templo.





Muchas gente cree que las cadenas que cuelgan de la fachada, es por que estuvieron personas colgadas de ellas, pero la realidad es que son ofrendas y reliquias de cadenas de los cautivos cristianos recatados de las batallas de Málaga y Almería y que ellos mismos trasladaron en peregrinación hasta Toledo en agradecimiento a Dios y a su Reina.





La planta de la iglesia es de cruz latina, con brazos muy cortos y una sola nave alargada con capillas entre los arcos de las bóvedas de crucería.




Interior del templo








La nave mide 55 metros de largo, 12 de ancho (20 la parte del crucero) y 30 metros de altura. Se cierra por bóvedas de crucería y con unos pilares cubiertos por esculturas de tamaño natural, sostenidas por ménsulas y cubiertas por doseles con filigranas. Los nervios góticos de las bóvedas no se cruzan en diagonal sino transversalmente, lo que le da una clara influencia alemana. Apliques y florones rematan las juntas de los nervios con un escudo central y signos de Yugos y Flechas con iniciales de los monarcas, como si de un cielo estrellado se tratara.


Bóvedas de crucería en la nave central




Interior del templo con el coro al fondo. En primer plano las tribunas reales.
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Las dos tribunas que enmarcan el crucero, contienen una bellísima balaustrada en piedra calada trabajada al modo de los orfebres, llevando las iniciales de los Reyes Católicos y el símbolo del Yugo y las Flechas. La decoración es desbordante y nacen a mitad de los pilares, con paneles a modo de trapecios con estatuas con ménsulas y doseles que decoran el soporte también de forma poliédrica. Los antepechos de las tribunas son un monumental encaje en piedra con calado flamígero con motivos vegetales que le dan ese aspecto que tanto caracterizó al estilo isabelino.







El retablo actual de la capilla mayor es una magnífica obra de Francisco Coomontes que proviene del Hospital de Santa Cruz, ya que el original desapareció en tiempos de la invasión de las tropas francesas. Contiene una talla de San Francisco, que en el folleto que te dan allí mismo, dice que es de Pedro de Mena y en la web del Monasterio dice que es de la escuela de José de Mora.





Retablo de la capilla mayor, obra de Francisco Coomontes y traído del Hospital de Santa Cruz




Como se suponía que el crucero sería el lugar donde estarían los sepulcros de los Reyes, aquí es donde más ornamentación podemos encontrar. En los muros del transepto una serie repetitiva de escudos reales sostenidos por el águila de San Juan y los leones. Hay seis a cada lado, sumando en total el número del Apostolado y columnas con imágenes de santos franciscanos, bajo doseles de piedra calada, cresterías y fajas decorativas vegetales. Todo el perímetro del interior de la iglesia está recorrido por una franja con un texto conmemorativo alusiva a la fundación.








Detalle de uno de los escudos reales sostenidos por el águila de San Juan





Justo encima de donde se situarían los enterramientos de los Reyes, hallamos el precioso cimborrio octogonal, con la bóveda de la cúpula decorada con estilo alemán y geometría mudéjar. Ventanas que se cegaron y pechinas imitando tribunas. Ocho ángeles sostienen sobre sus hombros capiteles coronados, de los que arrancan los nervios de la bóveda.


Cimborrio octogonal en el crucero del templo



En el presbiterio sobreviven las dos vidrieras que han llegado hasta nosotros



El coro se alza sobre un soberbio arco rebajado, con bóveda de crucería y una preciosa balaustrada con crescería calada y rematada en sus ángulos por dos pequeñas tribunas corales. En el centro del arco una estatua que posiblemente sea el autorretrato de Juan Guas el arquitecto del templo.








Claustro de San Juan de los Reyes








El claustro bajo tiene 24 bóvedas de crucería y se abre al jardín por cinco ventanales ojivales con parteluces y decoración vegetal en el intradós, por cada lienzo. La parte interior del muro, los arcos descansan en pilares decorados con relieves vegetales, fauna real y fantástica, y la imagen de un santo sobre ménsula y bajo capitel airosa y de formas estilizadas entre las ventanas. Tiene una altura de 8 metros y cada lienzo mide 30.


Claustro bajo



El claustro alto se concluyó después, en 1526 y se llega por la escalera trazada por Alonso de Covarrubias, el mismo arquitecto de la puerta nueva de Bisagra y de la escalera imperial del Alcázar. En el claustro alto los ventanales son de arco conopial compuesto, mixtilíneo, con balaustrada de piedra, que lleva la decoración típica de este monasterio, el águila de San Juan, el yugo y las flechas. Mide 4,6 metros de alto, siendo más bajo que el claustro inferior y es más austero por tener sus muros lisos pintados. Pero en este claustro destaca el maravilloso artesonado mudéjar en madera de alerce.


Claustro alto



El soberbio artesonado mudéjar en madera de alarce del claustro alto



Las gruesas arcadas rebajadas que flanquean sus lienzos, con leones rugientes que muestran escudos de los reinos de España y el lema de "tanto monta, monta tanto".




Vista del claustro desde el interior del piso inferior.




En la escalera que conduce al claustro alto, obra de Alonso de Covarrubias, existe una cúpula rebajada, dividida en fajas y casetones que ostentan florones tallados en piedra, cuyos recuadros van disminuyendo conforme se acercan en la perspectiva al rosetón que sirve de clave.






Vista del patio en el interior del claustro con el pequeño pozo como clave del conjunto.



Vista del cimborrio desde el claustro



Los pináculos le dan al claustro alto mayor altura visual, salvando así la simetría con el claustro bajo. Entre los pináculos una crestería recorre todo el perímetro del tejado.