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lunes, 28 de febrero de 2011

Puerta de Alcalá (Madrid)



La Puerta de Alcalá es uno de los símbolos más característicos de Madrid y que recibe su nombre por encontrarse en el camino de la vecina Alcalá de Henares. Se encuentra en la Plaza de la Independencia, uno de los espacios más representativos de la ciudad, junto a la puerta principal del parque del Retiro, y muy cerca de otro de los símbolos, la fuente de la Cibeles. El proyecto es de Francesco Sabatini y fue mandada construir por Carlos III. Antes de describirla y para hacernos una idea, hagamos un breve recorrido por su historia.

Para saber la historia del pasado de la puerta, hay que hablar de su antecesora, ya que hubo otra Puerta de Alcalá anterior a la que conocemos actualmente. Se encontraba más cerca de Cibeles y fue construida en el siglo XVII para la entrada en Madrid de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III. Estaba construída de ladrillo y se formaba por una arco grande y dos pequeños a ambos lados. Sobre el arco central, se superponía otra arcada que cobijaba una estatua de piedra de Nuestra Señora de las Mercedes, mientras que cada uno de los arcos laterales, estaba coronado por una estatua, de San Pedro Nolasco y de la Beata Mariana de Jesús, respectivamente. La puerta se derribó en 1764, tras la entrada en Madrid de Carlos III, al cual no le gustó nada y decidió levantar una nueva.











Aquí el arco central nos enseña una maravillosa vista de Madrid



Aquí el arco central nos muestra la mayor aberración que se haya podido cometer contra la Puerta








Para la nueva Puerta, se presentaron varios proyectos, entre los cuales existían varios de Ventura Rodríguez, pero Carlos III prefirió el proyecto de Sabatini. La puerta está construida de granito y piedra de Colmenar, dentro del estilo neoclásico, al que se le añadieron toques barrocos escultóricos. Es de un solo cuerpo con cinco puertas, siendo los tres centrales en forma de arco de medio punto y cuadrados los dos laterales. En su fachada exterior se adorna con diez columnas de granito sobre zócalo y capiteles semejantes a los que ideara Miguel Ángel para el Capitolio romano y que no llegaron a colocarse. La fachada interior se adorna con pilastras, excepto el arco central que está jalonado por dos columnas como en la fachada opuesta. Las tres claves de los arcos centrales se adornan con cabezas de leones y los dinteles de las dos puertas laterales se adornan con cornucopias cruzadas, obra del escultor Roberto Michel. Sobre el arco central se alza un ático o frontispicio semicircular, coronado en la fachada exterior por un gran escudo de armas de Carlos III que sostienen la Fama y el Genio, obra de Francisco Gutiérrez, al igual que los trofeos militares y las figuras de niños que decoran la parte superior del monumento en la cornisa.
Es curioso un dato que pocos conocen y que para todo el mundo pasa desapercibido ... Las dos caras de la Puerta de Alcalá, son distintas.








La fachada exterior, que es la que mira al este, presenta como hemos comentado columnas adosadas, mientras que la interior, la que mira al oeste, presenta pilastras, y en la parte superior figuran las cuatro virtudes cardinales: La Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, todo es obra al igual que las cornucopias, de Francisco Gutiérrez. En el vano, el ático central también es distinto por las dos cara, pero en los dos se encuentra la misma inscripción latina que dice: REGE CAROLO III. ANNO MDCCLXXVIII.










Esto se debe a que había dos proyectos, uno con columnas y otro con pilastras, así que se decidió fundir los dos acabados en uno. También decir que no se hizo la Puerta como un monumentos, sino como una auténtica Puerta de uso, ya que se inauguró existiendo la cerca que delimitaba la ciudad por el oeste y que siguió hasta finales del siglo XIX, existiendo en sus arcos las rejas que se cerraban al atardecer.
Además, en sus piedras existen huellas de la agitada historia del siglo XIX, como las cicatrices de los impactos de los cañones del general Bessières, cuando la expedición francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo del trono absolutista de Fernando VII en 1823.





Acompaño a mi sombra por la avenida,
mis pasos se pierden entre tanta gente,
busco una puerta, una salida
donde convivan pasado y presente...
De pronto me paro, alguien me observa,
levanto la vista y me encuentro con ella
y ahí está, ahí está, ahí está
viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá.
Una mañana fría llegó Carlos III con aire insigne
se quitó el sombrero muy lentamente
bajó de su caballo con voz profunda
le dijo a su lacayo: ahí está la Puerta de Alcalá
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá

Lanceros con casaca, monarcas de otras tierras,
fanfarrones que llegan inventando la guerra,
milicias que resisten bajo el "no pasarán"
y el sueño eterno como viene se va
y ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá.

Todos los tiranos se abrazan como hermanos,
exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes,
manadas de mangantes, doscientos estudiantes
inician la revuelta son los años sesenta
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá

Un travestí perdido, un guardia pendenciero,
pelos colorados, chinchetas en los cueros,
rockeros insurgentes, modernos complacientes,
poetas y colgados, aires de libertad
ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo
la Puerta de Alcalá

La miro de frente y me pierdo en sus ojos,
sus arcos me vigilan, su sombra me acompaña,
no intento esconderme, nadie la engaña,
toda la vida pasa por su mirada
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá
Miralá, míralá, miralá, míralá,
la Puerta de Alcalá.


..........................................................................................................Ana Belén



domingo, 13 de febrero de 2011

Iglesia de Nuestra Señora de Tyn (Praga)



La iglesia de Nuestra Señora de Tyn, se encuentra en la ciudad vieja de Praga y curiosamente metida en un patio entre construcciones de casas. De ahí su nombre, "Tyn", que es una palabra que en checo antiguo significa "acorralado". Su construcción data del siglo X, cuando se construyó una capilla románica para el hospital del Ungelt (mercado medieval), que se encontraba en las inmediaciones. Se construyó entre unas casas donde se reunían comerciantes extranjeros y que para pasar tenían que pagar un impuesto aduanero. En la segunda mitad del siglo XIII se construyó un santuario de estilo gótico-cisterciense en su lugar, y en el siglo XIV se empezaron las reconstrucciones que dotarían al templo del aspecto actual que hoy conocemos. Las torres, que alcanzan los 80 metros, son asimétricas, una es más robusta que la otra y representan la dualidad entre el lado femenino y el lado masculino del universo. Una maravilla del arte gótico son sus torres que descubrimos en nuestro viaje por Praga.












martes, 8 de febrero de 2011

Iglesia del Salvador (Toledo)



La iglesia del Salvador puede considerarse la más antigua de la ciudad y la segunda en importancia, pues se convirtió en mezquita aljama tras la consagración como iglesia de la mezquita mayor en el solar de la actual catedral en el año 1085, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI.




Posteriormente en el siglo XI se construye una nave para ampliar el espacio por haberse convertido en mezquita principal. En 1950 esta arquería de arcos de herradura que apoyan sobre 6 capiteles romanos reaprovechados y una pilastra visigoda, fue reconstruida sobre los arcos originales de los extremos.







La pilastra visigoda, es una de las piezas más antiguas en las que aparecen representadas 4 escenas de la vida de Cristo.




Se data en 1159 por intervención de la esposa de Alfonso VII, doña Berenguela. Un incendio a finales de la Edad Media obliga a su reconstrucción. Los siglos de la Edad Moderna aportan nuevas imágenes de devoción al tiempo que castigan el inmueble con incendios, saqueos y desamortizaciones. En época barroca se añadió la terminación de la torre y se procedió al enfoscado de la base de la misma, ocultando los restos visigóticos que hoy están liberados.





El pequeño retablo de mediados del siglo XVI, obra de Nicolás de Vergara el Viejo y Bautista Vázquez, que en las últimas décadas presidió la Sinagoga de Santa María la Blanca, se encuentra en la Capilla Mayor.







Las imágenes propiedad de la Cofradía del Calvario: el Cristo de la Fe del siglo XVII y la Virgen del Rosario, talla de vestir del siglo XVIII, restaurada en el XX, junto con otras esculturas barrocas, se encuentras en la nave central y la nave de la epístola.












El patio está situado en la cabecera del ábside, mediante una arquería, compuesta por tres columnas con capiteles romanos y visigodo, que sustentan cuatro arcos de herradura, en ladrillo, enmarcados por alfices y rematados por una cornisa de canecillos, similar a la de la mezquita del Cristo de la Luz. En el suelo, sobre el estrato anterior romano tardío, se aprecian dos estructuras más antiguas, una almagra y un muro de cierre de los siglos IX-X, similares a una musalla, o elemento para delimitar un espacio sagrado, o una zona de respeto en torno a la mezquita. Siendo iglesia, desde 1180 se convierte en cementerio, en el que se han localizado algunos ajuares, hasta fines del XIV en que se sella con cal y guijarros y se construye el aljibe.







La iglesia contiene la capilla de Santa Catalina, que es propiedad de los Condes de Cedillo, por bula del Papa Alejandro VI de 1496. En ella fue bautizada la infanta Juana de Castilla, nacida en las proximidades de la plaza. Entre las obras de arte que custodia destaca el magnífico retablo y la pintura del Calvario del toledano Correa del Vivar con elegantes figuras, blando modelado y color tornasolado, influido por el dibujo minucioso de su maestro Juan de Borgoña, el sentido monumental de Rafael y Leonardo, el dramatismo de Morales y el manierismo de Alonso Berruguete. Esta capilla solo se abre un día al año y al ser privada no tuve ocasión de fotografiar.

sábado, 5 de febrero de 2011

Puente de San Martín (Toledo)



El Puente de San Martín se encuentra en la ciudad de Toledo y fue construido a cargo del arzobispo don Pedro Tenorio en el siglo XIV, quien dispuso la traza definitiva de cinco arcos y dos torreones hexagonales almenados en ambos extremos. Durante el reinado de Carlos II de España se reformó, ensanchándose sus accesos, y un siglo más tarde, se pavimentó.











De ambas reformas queda una inscripción en el muro interior del torreón de entrada, con el escudo imperial flanqueado por dos reyes sedentes.






No se conoce fecha de construcción del puente primitivo de San Martín, pero ya se hace referencia a él en 1165. Está realizado en sillería y salva la distancia entre las orillas del río Tajo. En la baja Edad Media, aproximadamente en el siglo XIII, se modifica y se le añade una nueva estructura defensiva en su extremo, una puerta o torre de planta hexagonal con un diseño defensivo muy estudiado para evitar el acceso por la fuerza. En el siglo XVI se le añade otra torre en el extremo opuesto que enlaza con la muralla.















Los trabajos de restauración que acabaron en el año 2008, desvelaron algo hasta ahora desconocido y el descubrimiento de nuevos datos sobre el puente. Resulta que hasta el siglo XVII hubo casas sobre el monumento, al igual que en los puentes de Venecia y Florencia y que albergaba viviendas, incluida la del alcalde y que el Ayuntamiento desmontó en el siglo XVII para facilitar que el paso fuera más adecuado. Esta investigación desveló también que la función primordial del puente era La Mesta, es decir, servir de autovía de peaje del siglo XIV, el lugar por el que pasaban los ganados trashumantes y donde se contabilizaban las cabezas para cobrar los peajes. También sirvió como fielato, es decir, el lugar donde se cobraba a los mercaderes por los productos que entraban en la ciudad.









Leyenda de la mujer del alarife
Fuente: http://www.toledoaldia.com/puente_san_martin_toledo.htm

A consecuencia de las guerras entre Don Pedro I y Don Enrique de Trastámara, unos de los puentes mas importantes de la ciudad quedó malparado, ya que los atacantes utilizaron minas, haciendo volar las defensas para poder entrar en Toledo y los defensores lo cortaron para impedir la entrada de sus enemigos. Con todo eso se causaron muchos destrozos en el viaducto. Varios siglos después hacia el 1390, el arzobispo don Pedro Tenorio, deseoso de fortificar Toledo en previsión a posibles necesidades defensivas futuras, ordenó reconstruir dicho puente. Para ello encomendó la misión a una afamada arquitecto, con el fin de afirmarle y hacerle seguro. Convinieron en el precio y el arquitecto empezó su obra con mucha ilusión. Según iba pasando el tiempo el alarife se le iba viendo cada vez más triste, callado, sombrío y huraño. Todos los atardeceres, a la vuelta de su trabajo, su mujer que le conocía muy bien, se sentía decaído y fuera de sí. Nada podía cambiarle su estado de ánimo nadie de la gente que le conocía, acertaba en los posibles motivos que le hubieran llevado a tan repentino cambio de carácter.
La obra avanzaba con rapidez, y nada parecía cambiar ese estado de ánimo. Su mujer que soportaba su mal humor día tras día, busco con inteligencia lo que a su esposo le provocaba ese mal humor continuo, hasta que un día el alarife abatido le contó lo que le quitaba el sueño y día tras día le abatía. Le confesó que se había equivocado en los cálculos de cimentación del puente, y que cuando al darse cuenta había intentado subsanar el error cometido, era demasiado tarde. Cuando se quitase la cimbra del arco central todo se vendría abajo y que él además de deshonrado y arruinado sería castigado por su negligencia.
Le comentó a la mujer que había pasado muchas horas buscando una posible solución al problema, muchísimos cálculos matemáticos y no hallaba solución alguna, el mal no tenía remedios. Su esposa trató de tranquilizarle, le prodigó sus más cariñosos consuelos y se dispuso a discurrir una posible solución para sacar a su marido de ese fatídico trance en el que se hallaba. Por fin, después de poco dormir por el mucho pensar se le iluminó la mente y se dispuso a llevar a cabo la acción que tenia en mente, creyendo ser la única solución al grave problema de su marido. Así una noche muy oscura se acercó sigilosa al puente llevando consigo unas teas cubiertas de estopa y embreadas y una yesca. Se situó bajo el arco central y embreando la parte inferior de los andamios y la cimbra sobre la que descansaba el arco, prendió las teas, que posteriormente acercó a la madera y con suma rapidez se alejó del lugar confundiéndose con las sombras de la casa, hasta llegar a la suya, que se hallaba en el callejón del Alarife, estrecha calleja sin salida que se abre al principio de la calle Santo Tomé.
Mientras tanto, las llamas fueron extendiéndose por las maderas que formaban el andamiaje. Cuando los vecinos quisieron darse cuenta del incendio ya era demasiado tarde. El fuego consumió la cimbra y tras un crujido se vino abajo, arrastrando el arco.
Al día siguiente la noticia del accidente se fue extendiendo por toda la ciudad acechando la catástrofe a la casualidad.
El Arzobispo al enterarse del hecho llamó al arquitecto y le ordenó que de inmediato se pusiera manos a la obra con la reconstrucción del puente, este corrigió los errores y poco tiempo después el nuevo y flamante puente se hallaba terminado y en disposición de prestar todos los servicios que se le requerían.
Al poco tiempo de inaugurado la esposa pidió audiencia al arzobispo se tiró a sus pies y le contó todo lo que había pasado pidiendo, este la escuchó y la levanto del suelo comprendiendo el gran amor que le habían llevado a hacer tan reprobable acción, pero lógica para salvar el honor de su esposo. Para perpetuar la memoria de este hecho y que sirviera de ejemplo de abnegación, sacrifico en ingenio a las generaciones futuras, mandó poner en piedra en un nicho sobre la clave central del puente, la imagen de la protagonista de esta bonita historia de amor, y aun hoy en día mirando desde los laterales del puente se puede ver la imagen de la mujer del alarife.